martes, 13 de enero de 2009

Pensaba que cambiando las reglas del juego corría el riesgo de que esto se convirtiera en un inocente campo de batalla. Pero, a juzgar por las líneas que he podido leer hace un rato, más bien parece un nuevo medio de comunicación ya que, al menos, he obtenido una contestación. ¿Y sabes una cosa? Los correos electrónicos también pueden contestarse.

Espero que el arañazo de tu antebrazo no sea eterno, o sí, para que te acuerdes del día que, por fin, decidiste entrar por aquí y ver que se habían hilado cinco perras negras para ti. Y que en esa marca quede yo implícita, con toda mi impertinencia. Cuando la próxima semana haya terminado y ya no sea necesario tirarte de las pestañas para que nos regales un párrafo con tus ideas, seguro que, sólo entonces, te llegará el escalofrío de la inspiración.

Bien, mi intención no era que te fijaras en Alicia, sino en el conejo, que lleva un reloj. En fin, esta es la maravilla de la comunicación, que la mitad del trabajo corre a cuenta el otro. Lo que tienes que explicarme es el porqué de la alfombra de Aladín, porque lo de "volando voy" no es que se ajuste mucho a tu rapidez en lo que a este, nuestro, blog se refiere.
Y, sí, al fin llegó tu entrada. Ahora tienes una nueva meta: poner las perras negras en negrita, justificar el texto y encajar la foto. Espero que no te suponga una angustia.

Queda todo esto dicho desde el cariño que te tengo por las horas compartidas entre ordenadores blancos, por las discusiones de si Galeano es mejor que Cortázar mientras nos corta el frío en la bicibleta y por los intentos de picar el hielo con el que pareces vestirte desde finales de septiembre.

No dejes a las perras negras dormir mucho tiempo, que se volverán perezosas. Otra vez.

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